El verano siempre es bonito y la juventud, la niñez, son un verano. Es fácil hacer la regla de tres.
Conviene sacarse las canas del buche y no quejarse del calor porque el que se queja del calor luego se quejará del frío y así establecemos bucles que nos conducen en espiral hacia lo más oscuro que son antípodas del verano, de la niñez, de aquella hermosa y lánguida primera juventud…
Qué bonito.
El verano.
Las desnudez abrupta y sincera de los meses estivales…
Esta es novela, poco conocida, también, de espinillas y sanas gallardas, inmiscuida en una frondosidad ágil y brillante. Novela de salto a la adolescencia desde una mirada cruel y despierta, como de emperatriz china, donde la niñez se muestra como es, salvaje y pura, y no como un cliché al servicio de frustraciones adultas.
No hallarán custiones trascendentes ni profundidad erudita, sino más bien una novela que se escurre fácil entre los dedos, donde se mezclan ternura y desparpajo, muros manchados de lluvia con estanques agitados y rocallas relucientes amén de aquel peso del agua con que se debe vestir a los personajes de carne y hueso.
Libro completo que arranca la sonrisa y mata la migraña, del que cuesta despegar los dedos.
En el debe, algunos detalles de la traducción: coloquialismos innecesarios y, sobre todo, el título, Black Dawn Green. No puede traducirse, claro, porque es un condado y sería como si en Inglaterra se tradujese Doñana. (¿MrsAnn?) o Medina del Campo (City of Land). De locos.
Por lo demás, una joyita.
Edita: Ediciones Témpora
Color: blanco.
Huele a: verdad.
Sabe a: vida.
ElDesayunodelosPatos 