Postales de invierno- ANN BEATTIE

Beattie

 

 

Llega el invierno, Jon Nieve

Y también un ejército de alces borrachos.

Y tíos gordos que se visten de Rojo, desmadejados por las esquinas, en la madrugada, sosteniendo una botella de Chivas Regal semivacía…

Ding dong   

Se acaba el año.

Acabemos, pues.

Postales de invierno es una novela que transcurre como un hilo musical, poblado de personajes que deambulan atiborrados de excedrina y laxantes, como instantáneas de fotomatón, ensimismados y confusos, deprimidos e indecisos, que rara vez sonríen. Estas postales que dibuja nuestra autora norteamericana giran en el espacio tiempo sobre tiovivos de caballos azules y dorados, aunque su molde, su tripa, tritura capítulos con prosa desenfadada y detallista.

Escrita desde la nimiedad y el detalle esta novela se muestra horizontal pero agradable, nutrida de amiguetes que naufragan en la inane inutilidad de la vida, quizá algo plana para mi gusto, la novela, digo, demasiado larga para ser tan plana, con gente decepcionada que ahora y siempre suena tan actual, que se despelota en cualquier sitio, come pizzas de pimientos verdes y desprecia el ron cola porque sabe “horriblemente mal”. Hay que joderse. Los dioses deben estar locos.

Por tutatis.

Verán que en la reseña se compara a la autora con:

Cheever, ¡no!

Updike, ¡ni de coña!

O’Hara, (no lo conozco)

Salinger, buf, (pa qué)

Se les ha ido un poquito la mano, creo yo, pero no deben hacer caso a las contraportadas. La novela es buena. Y se lee mejor en invierno, claro.

 

 

Edita:  Libros del Asteroide

 

Color: azul

Huele a: lluvia

Sabe a: café frío

 

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